Semblanza Biográfica


SEMBLANZA BIOGRÁFICA

SANTA LUCIA

Santa lucía, símbolo de la luz espiritual, pertenece al periodo de la "Iglesia Primitiva", que abarca desde los siglos I al III de la historia de la Iglesia cristiana. Iglesia que se inicia con la presencia de Jesús y de sus Apóstoles. Jesús el Mesías anunciados por los Judíos y que resucitó y ascendió al Padre Celestial.

La concepción de la Iglesia era la de una gran comunidad en la que todos sus miembros viajan unidos por un mismo camino. Existía una fuerte llamada a la vocación de la santidad.

Fue un periodo de mucha evangelización y de martirios, en estrecha confraternización con la práctica de muchas virtudes como la piedad y la misericordia.

Fue un periodo de grandes persecuciones, para la Iglesia naciente. En contra de los cristianos confesos se ejercían torturas muy crueles, pero los mártires las soportaron con gozo y valentía.

Tal proceder les ganó el respeto, la admiración y la veneración de sus contemporáneos y devotos de esos tiempos.

A esta escuela de mártires pertenece Santa Lucía junto a otras dos féminas muy veneradas de Siracusa, Santa Agueda y Santa Rosalía, y también, aunque de otro lugar, Santa Inés.

Si la evangelización era importante, también lo fue, el dar testimonio público del nuevo modo de vida al que fueron llamados.

Nació Santa Lucía en el año 280 d.C., en Siracusa, ciudad de Sicilia. fueron sus padres don Lucio y doña Eutiquia. Su padre murió siendo ella muy niña por lo que creció al cuidado de su madre, mujer muy piadosa y devota.

Sicilia, situada al sur de Italia, es una gran isla del mar Mediterráneo, y Siracusa, fundada por los griegos en el año 735 a.C., es una de sus principales ciudades.

La fundación de la iglesia cristiana en esta ciudad se atribuyen al apóstol San Pedro, el primer vicario de Jesucristo en la tierra.

San Pedro llego a Roma entre los años 42 y 43 d.C. Esto sitúa la fundación de esta Iglesia en los años anteriores a esta fecha. Hablar de San Pedro es recordar, el inicio de la Iglesia el día de pentecostés, la persecución de los cristianos,y el incendio de Roma por Nerón, aunque este culpo a los cristianos del mismo. también,es recordar la época de la celebración de la liturgia en las catacumbas de las ciudades.

Los padres de Lucía fueron personas muy ricas y cristianas, por tal motivo, al quedar la niña huérfana, su madre la mantuvo en su fe cristiana.

Lucía y su madre Eutiquia no usaron su fortuna para alcanzar una buena posición entre los ciudadanos de la alta sociedad. Lucía vivía para admirar el sacrificio de tantos cristianos y mártires, siendo Santa Agueda unos de sus modelos. Su veneración por ella era tal que todos los años visitaba su tumba.

Los modelos mas importantes para ella fueron: Jesús y María.

Imitaba a María en todas sus virtudes; como la humildad, la obediencia, la virginidad, el amor hacia todos, etc...

Seguía ciegamente las enseñanzas de Jesús, amándole como a su esposo inmortal, a quien se consagro en cuerpo y alma, pues creía en sus promesas de vida eterna.

Por amor a Jesús puso en practica las enseñanzas de las comunidades cristianas, entre estas, la de imitar en la pobreza a quien teniéndolo todo nació pobre: Jesús. Movida por este misterio de pobreza, compartió toda su fortuna con los mas necesitados

Su proceder fue buena, pero no fue visto así por su pretendiente pagano. Lucía no quería casarse, pero su madre le impuso este matrimonio. Este hombre aspiraba a la fortuna de Lucía.

El pretendiente de Lucía, irritado al ver la cantidad de gente beneficiada por la fortuna donada, la delató ante el tribunal del juez Pacasio. La acusó de dos delitos: Primero de regalar su fortuna y segundo de rendir culto a Jesús.

Lucía tuvo la oportunidad de eximirse de estas acusaciones y salvar su vida pues, el emperador Trajano (111-113) había redactado una ley, que favorecía a los cristianos perseguidos por el Imperio romano. En esta se establecía: La persona que sea delatada como cristiana y lo niegue y, ademas, lo confirme públicamente adorando a los dioses romanos, se le perdonaran las acusaciones. Los que se reafirmen en sus creencias serán castigados.

Ni por ser mujer, ni a pesar de su juventud, Lucía se amedrentó ante el juez. Con mucha valentía respondió al interrogatorio donde el juez le recriminó su alarde sobre el Espíritu Santo, su estado al decir: "Yo soy templo del Espíritu Santo. Además, soy piadosa".

Lucía seguía las enseñanzas del fundador de su Iglesia local, el apóstol san Pedro. Éste exhortaba a los cristianos a: Ante todo tener los unos para los otros ferviente caridad, porque la caridad cubre la muchedumbre de los pecados (I San Pedro, 4, 8).

Con relación al Espíritu de Dios en la vida del creyente en Jesucristo san Pedro dijo: El Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre nosotros (I San Pedro 4,14).

Por el poder de Dios habéis sido guardados mediante la fe (I San Pedro I, 5).

El juez Pascasio y el pretendiente despechado sentían verdadera ira hacia Lucía, virgen por su fe.

Era necesario deshonrar tal castidad como fuera.

El juez Pascasio dictó su primera condena: que la acusada fuera ultrajada en un prostíbulo hasta morir. Esto fue el 13 de diciembre del 304 d.C.

Los que tienen la fe puesta en Dios saben que la hoja de un árbol no cae si Él no quiere, por tal razón, no hubo fuerza humana que moviera a Lucía del tribunal. Dios no permitió que aquel templo del Espíritu Santo fuera profanado.

El juez Pascasio siguió desafiando a la Santísima Trinidad, presente en Lucía, por lo que dictó una segunda sentencia: que fuera quemada en la hoguera hasta morir.

Lucía, presintiendo que no era su fin, desafió al juez y a los presentes diciendo que pediría a Jesucristo salir ilesa de aquella hoguera.

Ante la conducta de tales enemigos de los cristianos, san Pedro dijo: El diablo, como león rugiente, anda rondando, y busca a quien devorar, al cual resistiréis firme en la fe considerando que los mismo padecimientos soportan vuestros hermanos dispersos por el mundo (I San Pedro 5, 8-9).

Los enemigos de los seguidores de Cristo prepararon para Lucía una gran hoguera con selectos leños, aviada con aceite de pescado. Estando Lucía en la hoguera, una fuerte luz la envolvío, y al cesar el fuego, salió ilesa de las llamas. Pero, la victoria de Lucía sobre el fuego no iba a durar mucho tiempo.

El juez, con el corazón endurecido y con el enojo de no conseguir que Lucía renegara de su fe, dictó la última sentencia. Dijo a viva voz: Que muera decapitada.

Rápidamente los soldados dispusieron de la rea.

Le ataron las manos a su espalda y la obligaron arrodillarse. Lucía pronunció sus últimas palabras.

Anunció el fin de los reinados de Diocleciano y Maximiano. Predijo también que iba a ser venerada en su ciudad. Acto seguido, un soldado le cortó el cuello con la espalda.

Así culminó la vida de esta joven, quien la vivió con espíritu de humildad, sencillez, caridad y obediencia a las leyes cristianas. Su vida fue una total entrega a Jesucristo. Al morir decapitada, Lucía había padecido su maestro.

El cuerpo de Lucía fue recogido del lugar y puesto en un nicho de una catacumba que luego llevaría su nombre, cercana a la catacumba de San Giovanni, la más importante de Siracusa.

En la entrada del nicho fueron grabadas tres figuras que representan:
Un perro - símbolo de fidelidad.
Una paloma - símbolo de la virginidad.
Un grifo - símbolo de la incorruptibilidad.

Con el tiempo, en el siglo VIII, sus reliquias fueron trasladadas primero a Corfina, luego a Constantinopla y finalmente a Venecia, donde fueron colocadas en un iglesia que lleva su nombre. En la actualidad su cuerpo momificado se conserva en buen estado.

La Iglesia celebra su fiesta el 13 de diciembre, día de su muerte en el año 304 d.C.

La iconografía representa a santa Lucía con diferentes objetos. En unos cuadros, se le pinta llevando en una mano un plato con sus ojos, que representa su martirio. Otros cuadros la presentan portando en una mano un plato con dos ojos dentro y en la otra mano llevando una rama de alma, que representa la victoria. Por último, en otros cuadros se pinta a Lucía llevando una lámpara como símbolo de la luz del entendimiento.

Desde los primeros días de su martirio, santa Lucía prometió proteger su ciudad, convirtiéndose en la patrona de Siracusa. Con el tiempo, ha prodigado a sus compueblanos y al mundo entero grandes intercesiones y milagros. Santa Lucía pasó a ser una de las santas más veneradas durante muchos siglos. Prueba de ello, es la gran cantidad de iglesias, conventos, monasterios, pueblos, negocios, etc. que llevan su nombre y están bajo su patronato.

Hoy en su día, es venerada como la Protectora de la Vista en el mundo entero.

Santa Lucía, coronada eternamente virgen y mártir, ayúdanos a alcanzar nuestra salvación.

Al iniciar esta novena pidamos la asistencia del Espíritu Santo quien fuera la fortaleza de Santa Lucía hasta la muerte. Le invocaremos con este rezo popular.

Oración a Santa Lucia

Señor Jesucristo, que hiciste de Santa Lucía un modelo de obediencia, pureza y fidelidad, despojándose de todo lo material por amor a ti. Tu que la premiaste con la corona de la Virginidad y del Martirio; y que la Iglesia la elevó a los altares nombrándola la protectora de la vista; haz que sepamos imitarla en su entrega a ti y la prójimo. Concédenos, por su intercesión las gracias que  en esta novena pedimos, para gloria y alabanza tuya. Amén.

Gozo

Santa Lucía, virgen y mártir,
las espaldas del martirio
no lograron en ti herir
aquel corazón henchido
de amor por su Redentor.

Santa Lucía protégenos la visión.

Ya en el cielo con tu amado
sigues dándonos tu amor,
y haces del amoroso devoto
como del arrepentido pecador,
de ir al cielo su empeño mayor.

Santa Lucía protégenos la visión.

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